No es importante que conozcas y entiendas cómo trabajo para embarcarte en la terapia, de igual manera que no necesitas aprender la teoría del color para aprender a pintar un cuadro. Simplemente, sigues las indicaciones del técnico y te entregas al aqui&ahora de la experiencia.
Eres tú quien coge los pinceles, quien toma el lienzo en blanco, siempre a tu ritmo, y comienzas a experimentar acompañado de un facilitador del proceso para elaborar tu obra: tú y sólo tú eres el responsable y creador del arte en el lienzo y el protagonista del cambio, el artista.
También el proceso terapéutico es un camino de creatividad y cambio. Ese flujo de creatividad hacia la autorregulación de tu salud psicológica tú ya lo posees, yo sólo te ayudo a que te reencuentres con él.
No es necesario que conozcas cómo trabajo. Estas líneas están destinadas para aquellos posibles pacientes que queráis saber más detalles porque estáis buscando un tipo de terapia específica.
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Utilizo las primeras sesiones para identificar el problema y el tipo de personalidad y carácter del paciente. Según nuestros rasgos de personalidad, hemos aprendido a responder al entorno de una determinada manera y siguiendo unos específicos patrones. Tenemos nuestra forma particular de interpretarnos a nosotros, a los demás y al mundo, y en base a esa interpretación subjetiva unos movimientos -tanto de contacto, como defensivos y de evitación-, siendo habitualmente ciegos a nuestras propias dinámicas disfuncionales y a las maneras en que nos provocamos, inconscientemente, un sufrimiento eterno.
El dolor es parte consustancial de la vida, el sufrimiento no. En ocasiones, la terapia consiste en el acompañamiento de un dolor natural por una pérdida, pero la mayoría de las veces es el acompañamiento en un proceso de conciencia, asimilación e integración personal «de por qué estoy sufriendo tanto»: re- elaborando estrategias, des- aprendiendo atribuciones erróneas, des-haciendo proyecciones y culpas, identificando entre leyes «de otros» -a las que seguimos respondiendo- y valores personales; liberándonos de las cadenas de los condicionamientos, de los «deberías», de las dependencias, descubriendo quienes somos, re-apropiándonos de nuestras propias fortalezas y recursos, y volviéndonos a amar,.. porque el amor, (o más bien su falta), está detrás de todo.
De él y por él se gestó el carácter y entonces, siendo tan vulnerables, no pudimos hacer otra cosa. Hoy sí. Aquí y ahora, felizmente, sí podemos.
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